Reflexión mi Madre


Mi madre tiene 91 años se llama Rebeca, pero le dicen Bibi de cariño, yo le digo Mami, preciosa, chula, bonita y toda palabra linda que salga de mi corazón. Yo soy las piernas de mi madre, la fuerza de sus manos, su grabadora que repite lo que no escucha. Soy quien le da calor en el frío y la refresca en el calor. Soy quien la abraza tiernamente para llenarme de ella. Soy su comediante que la hace sonreír y la saca de la tristeza. Soy quien tiene el cuidado de llevarla a sus citas médicas. Yo soy el que la ama incondicionalmente. Soy el que se está purificando a través de ella, el que la respeta por encima de todo. Soy el guardián de sus sentimientos y de su paz. Soy el afortunado que recibe su amor puro, limpio, su amor de madre. Gracias, Dios, por bendecirme con este hermoso ministerio: el cuidado de mi madre. Con este hermoso y profundo texto quiero reflejar el amor y dedicación hacia mi madre. Habla de cómo yo me convierto con gozo en una extensión de ella, cumpliendo roles de cuidado, consuelo y protección, sin esperar nada a cambio. También expreso un agradecimiento a Dios por la oportunidad de servir y cuidar a mi madre, un gesto de humildad y devoción que resalta la importancia de la familia y el amor incondicional. El "ministerio del cuidado de la madre" es una forma sublime de rendir homenaje a la figura materna reconociendo que el amor de una madre es puro y transformador. Es una reflexión que expreso sobre el respeto, el compromiso y la gratitud que nacen de una relación tan especial como la nuestra, Mi madre Bibi, yo Ernesto y la ayuda idónea e incondicional de mi amada esposa GABY, quienes ahora hemos formado una nueva familia una nueva unión bendecida formada por la voluntad de Dios. No me queda duda alguna que tus promesas se cumplen en tus hijos mi Dios. Salmos 91:1-16 El que habita al abrigo del Altísimo descansará a la sombra del Todopoderoso. Yo digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. Su verdad será tu escudo y tu baluarte. No temerás el terror de la noche ni la flecha que vuela de día ni la plaga que acecha en las sombras ni la peste que destruye a mediodía. Podrán caer a tu lado mil y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará. No tendrás más que abrir bien los ojos para ver a los impíos recibir su merecido. Ya que has puesto al SEÑOR por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ningún desastre llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te protejan en todos tus caminos. Con sus propias manos te sostendrán para que no tropieces con piedra alguna. Aplastarás al león y a la víbora; hollarás al cachorro de león y a la serpiente. «Yo lo libraré, porque él me ama; lo protegeré, porque conoce mi nombre. Él me invocará y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia, lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación».

 Ernesto.

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